Todo se compra y todo se vende. De eso no hay duda. Esta máxima puede ser más o menos cierta en €uropa y otras partes de este mundo que cada vez parece más plano, como se decía antiguamente y menos redondo. En USA, todo se compra y todo se vende. El marketing se eleva a su máxima expresión y la población de consumidores se entrega en masa al máximo exponente del ocio del siglo XXI, las compras. Vaya rollo eh?.
El caso es que suelto este speech a modo de introducción para hablar ahora de Herobuilders, una pequeña empresa de Connecticut que desde hace cuatro años, se dedica a elaborar y comercializar figuras de plástico y articuladas de personajes populares de la vida política y social. Hasta aquí todo podría ser más o menos normal, una empresa se dedica a vender muñecos de políticos, actores, etc., se monta su website y a vender. La gente puede llegar a comprar de todo y a muchos consumidores pues les interesa tener una réplica a pequeña escala de Condi Rice, o del gran Bush camino del oriente en visita de cortesía, o del mismo Arnold Schw… paso. El caso es que esta misma semana, adelántandose casi a la sentencia y no dejando ni enfriar el cadaver de la persona, la misma empresa ha lanzado al mercado, el muñeco de Sadam «Colgado de una soga». Somos la ostia. Ya estamos llegando a ese punto en que hasta la muerte inducida nos llegue a parecer digna de ser vendida. No sé hasta que punto tendrá éxito este muñeco tan gracioso pero imagino que en USA podría ser más o menos como ese torero acompañado de la bailaora que hace años triunfó en España decorando salones.
Emil Vicale, presidente y fundador de la compañía, declaró que se decidieron a lanzar el nuevo muñeco porque «Sadam ha sido la persona del año». Marketinianamente, esto puede ser defendido. Yo no lo he vivido así y para mi desde luego Sadam no ha sido la persona del año, pero evidentemente cada mercado es diferente. Para esta empresa, todo es un filón, porque su andadura comenzó poco después de los atentados de 11 de Septiembre con una réplica del presidente George Bush.
El marketing de lo absurdo también tiene mercado y eso está muy claro. Los mensajes en las camisetas siempre han triunfado, por eso Herobuilders tambien escribe leyendas en las t-shirts de sus réplicas. Hugo Chávez clamando «Libertad de expresión», Ahmadineyad, presidente iraní, se muestra sonriente y orgulloso con una camiseta que dice «dejemos que coman tarta amarilla», en referencia a un concentrado de uranio que se usa en las plantas nucleares. Y así, un montón de personajes más que para los consumidores pertenecen seguramente al imaginario popular aunque no sepan ni quiénes son.
Todo se vende y a mi aún me cuesta creerlo. Soy algo ingenuo, lo reconozco. No penséis que me escandaliza la venta de un muñeco que simboliza el odio. Lo que me escandaliza son las consecuencias del odio apliacadas a la vida real y a mi gran pasión, el marketing.