Artículo de Bárbara Alpuente, publicado en la Revista Yo Dona
Hay demasiados productos que son un timo, y no quiero llegar al extremo de la baba de caracol, en cuyo publirreportaje-bucle-interminable nos cuentan que este producto viscoso regenera la piel humana, al igual que regenera el caparazón del caracol. Ya me dirás qué tiene que ver una señora de 50 años con un caparazón.
Pero, hablando de productos más cotidianos, ¿a alguien le ha funcionado la espuma de pelo alisadora? Desmintamos las espumas. La espuma alisadora no alisa y la espuma rizadora no riza, a no ser que seas Nina. Y no hay nada que depile sin dolor. Me dan igual las conexiones de los electrodos del nuevo aparato de depilación, Depilar es arrancar pelos y, lo mires por donde lo mires, arrancar pelos duele. El plumero repele-polvo no repele el polvo, simplemente lo dispersa, y eso también lo sé hacer yo, y sin plumero. Pero uno de mis productos favoritos es la crema de 10 años menos en 12 días. Esta sí que es buena. ¿Y si me la pongo muchas veces volveré a nacer? ¿El descuento de años es proporcional a los días que la utilizo? ¿Cuántos años aparentaría yo con esta crema si sólo la uso cinco días? ¿Y si la empleo 23 días más de lo indicado?
Otra cosa que me tiene fascinada es el champú Volumen non stop. Esto es peligroso, el volumen tiene que parar en algún momento, no sólo por la integridad física de los que te rodean, sino por uno mismo. ¿Hasta dónde llega el volumen non stop? ¿Tienes que lavártelo corriendo en cuando alcanza el tamaño deseado? ¿Cabes por las puertas al cabo de un par de días? ¿Y si no me lavo el pelo en una semana acabaré teniendo la cabeza más grande que el cuerpo? También me he hecho con unas sartenes de esas que dicen que no se pega nada y no os lo vais a creer, pero… ¡sí que se pegan! Increíble, ¿verdad? Yo no daba crédito cuando comprobé que la tortilla se resistía a venirse conmigo y se aferraba a la sartén. En el anuncio decía antiadherente y yo me lo creía. Aunque debí haber sospechado, porque los milagros no existen, y si existen digo yo que será a nivel espiritual, no a nivel adherencia de sartenes. Ayer me compré un rimel que dice bien clarito que nutre las pestañas. Yo no es que desconfíe, pero… ¿Cómo sé que mis pestañas están más nutridas que antes? Es como si comercializo un spray nasal que hidrata los pelos de la nariz. Pues no suena mal, pero no hay forma de comprobar si funciona o si es un timo.
¡Y que levante la mano quien conozca a alguien a quien le hayan funcionado las tiritas para no roncar! Por todo esto, como al final lo que se paga es la patente, en vez de denunciar a todos estos por calumnia, acabo de decidir que esta columna adelgaza, hidrata y da brillo al cabello, así que ya sabéis, a leerla.
Leído en la Revista Yo Dona y extraído vía publispress