#Fitur es siempre un lugar al que volver.
No tengo claro a qué, o sí lo tengo.
Fitur es enero en Madrid, es gente en cantidades inabordables, viajes en taxi, en Cabify o en el metro en el que algunos duermen, otros leen y otros viajan con la mirada perdida entre dos puntos de la ciudad. Es agenda, son reuniones, paseos interminables, saludos, networking y dolores de pies y espalda si ya has recorrido buena parte del viaje.
Fitur, es también colorido, ruido, momentos, viajes desde un punto fijo, tecnología y tendencias, papel y tinta, merchandising, dinero, y negocio. Son empresas turísticas y sectores afines, innovación, tecnología aplicada, futuro, visión internacional, tracción turística y generación de riqueza internacional. Son destinos soñados, idiomas, y poner en valor lo de cada uno dentro de una marca país.
Fitur también es un viaje a los 70, es la secuela de Netflix de una película de Paco Martínez Soria guionizada por Rafael Azcona y co-dirigida por Berlanga y Cuerda, es sostenibilidad en cientos de titulares, mensajes #sostenibilidad #empresas y carteles y es desplazar personas (muchas personas) para ver videos de sus pueblos y ciudades en Madrid. Es el momento del año de muchos políticos y adláteres de los rincones más recónditos, que vienen a la capital y lucen sus mejores galas, usan taxis, comen y cenan en buenos restaurantes de la mano de grandes cocineros y vuelven con las pilas recargadas de ego y estrategia de partido. Son portadas de periódicos locales y también son presentaciones sin final ni principio, con saludos a autoridades por encima de nuestras posibilidades y sin foco en el target (que no está porque en ningún momento se ha pensado en que esté).
Fitur son destinos y debería ser estrategia común, debería ser negocio, tablets, bolígrafos, llamadas, contratos, reuniones productivas, contactos, tendencias, aprendizajes, principio de un viaje a un destino trabajado, conjunto, planificado, con objetivos comunes y ventana para dar a conocer un posicionamiento de marca turística, más allá de una maraña de micro recursos inconexos y sin alma ni futuro a nivel local.
Con todo, Fitur es ese lugar al que volver a trabajar. En el que ver a personas que son fijas, a amigos que son vecinos y solo vemos a 600 km de casa, o amigos que viven lejos y este es el momento de verlos, es comer mal, son colas, cielos azules, noches de la gran ciudad y vientos fríos del norte de Madrid.
Fitur es lo de siempre y a la vez otra cosa. Fitur es la ventana que se abre desde Madrid al resto de los viajes que nos quedan por hacer.