El invierno ya está aquí y la maquinaria televisiva ya se ha puesto en marcha con su rodillo cegador dotando la parrilla de nuestros hogares con una ensalada de programas vacíos y publicidad entronizada.
Los distintos horarios del día comercial, las horas puntas, las valle, el prime-time y cada uno de los microsegundos de emisión televisiva se están llenando gracias a un marketing televisivo desde mi punto de vista mal utilizado, de frikis, de presentadores figura, de repeticiones low-cost, de series clonadas, de corazones a punto del infarto y de directivos y marketineros dispuestos a idiotizar a un pais entero con tal de vender una unidad más de su producto.
Tras la fragmentación de los medios la venta de espacios publicitarios tiende a la baja y los anunciantes se agarran los bolsillos porque ya no interesa tanto insertar un spot de 20″ en un medio que reparte el pastel entre demasiadas cadenas, sin llegar a alcanzar la masa crítica suficiente de público objetivo como para que la campaña sea rentable. Por tanto, la solución de los maquinistas de esta locomotora sin control que es la televisión, se ponen a trabajar enseguida creando programas sin contenido pero con audiencia (¿es antes el programa o la audiencia?, ¿hay audiencia por que hay programa o hay programa porque hay audiencia?).
Ya nada importa, da lo mismo que lo vean niños, adultos o el perro que se queda tonto mirando las contínuas peleas de los programas-anuncio. Los valores se han dejado de lado y la ética en la mayoría de los casos descansa en una esquina llena de polvo. Solo cuenta la rentabilidad, es normal, las empreas viven de eso, pero debemos tener cuidado, no sea que nos quedemos tan tontos que otros nos roben la cartera…
Javier Varela
—
imagen | vía
Mi felicitacioón grande articulo. Felicidades de nuevo y saludos.