Un estudio de la Universidad de Standford dice que cuanto más cuestan los vinos, más gente disfruta de ellos, sin importarles cuál sea su sabor. El vino más caro hace disfrutar más a la gente.
Los investigadores de la Escuela de Graduados en Negocios de Stanford y el Instituto de Tecnología de California descubrieron que debido a que la gente espera que los vinos más caros sean de mayor calidad, se engañan a sí mismos creyendo que producen una experiencia más placentera que aquellos que cuestan menos. El estudio, dice que las expectativas de calidad impulsan la actividad en la parte del cerebro que registra el placer. Esto sucede incluso cuando la parte de nuestro cerebro que interpreta el sabor no se ve afectada.
Aunque muchos estudios han tenido en cuenta cómo afecta el marketing al comportamiento, esta es una de las primera si no la primera vez que una investigación muestra cómo tiene efecto directo en el cerebro.
La prueba se realizó con 20 adultos que al probar el mismo vino con diferentes precios, dicen experimentar más placer a niveles significativamente superiores cuando se les dice que el vino cuesta más. Al mismo tiempo, la parte del cerebro que es responsable del placer muestra una actividad significativa.
«Hemos sabido durante mucho tiempo que las percepciones de las personas están afectadas por el marketing, pero ahora sabemos que el cerebro en sí mismo está afectado por el precio», dice Baba Shiv, profesor asociado de la Escuela de Graduados de Negocios de Stanford, y uno de los autores del estudio.
«Los vendedores ahora van a pensárselo dos veces acerca de reducir el precio», dijo Shiv.
Según el estudio, si la experiencia es placentera, el cerebro la usará para ayudarlo a guiarse en futuras decisiones.
Una vez más, se hace vigente aquella máxima de Al Ries y Jack Trout que dice que el marketing es una batalla de percepciones, no de productos.
vía | Clare Baldwin
Javier Varela
the orange market | el blog de marketing
Lo cierto es que el precio influye directamente en la valoración de la calidad de un producto. Aún recuerdo el trabajo de investigación que hicimos en la Uni para Dirección Comercial. Entre otras muchas cosas, debíamos conocer la estimación que hacían los consumidores según qué marcas; enmascaramos algunas inventadas a través de logotipos, imagen o precio. Y en un 85% pensaban que era un buen producto tan sólo por la impresión precio-imagen. No tuve la oportunidad, pero estoy convencida de que si en lugar de hacer la investigación en España la hubiera hecho en Alemania, el porcentaje hubiera cambiado drásticamente.
El estudio es interesante pero la conclusión no me parece del todo acertada. En nuestra opinión, el vino es un producto que posee numerosas variantes y unas peculiaridades muy especiales, como puede ser el asociar precio a calidad, la conclusión del estudio. También posee otras características asociadas a la valoración de la marca, de la bodega. Si hubiéramos realizado el mismo estudio analizando la variable ‘bodega’ en lugar del precio y empleando la denominación VEGA SICILIA frente a una pequeña bodega, probablemente hubiéramos obtenido los mismos resultados, es decir, la gente hubiera ‘preferido’ el vino etiquetado con la denominación de la bodega más conocida.
Otro ejemplo que podríamos citar para contradecir la conclusión del estudio es como nos satisface el adquirir el mismo producto que otra persona pero a un precio inferior por haber obtenido un descuento o rebaja de cualquier tipo.
En todos los casos la idea es la calidad percibida del producto, asociada al precio o la bodega en el caso del vino, y la satisfacción asociada a una mejor relación calidad/precio en el segundo. En resumen, un ejemplo de la importancia de los aspectos subjetivos asociados a los productos.
Bueno… el efecto del precio/estatus sobre la valoración de la calidad del producto está muy documentado en marketing.
Quizás este estudio tiene la particularidad de combinarlo con investigación neurológica, al constatar el efecto sobre el ‘centro del placer’ del cerebro. Sin embargo, comunmente a esto se le llama sugestión…
Este efecto psicosociológico produce algo así como una ‘especulación cognitiva’ del valor de las cosas. Eso explica que haya vinos de 3.000 € (¿realmente pueden ser tan buenos como para costar eso?)
Esto me hace recordar los experimentos de psicología social de Lewis y otros entre 1950 y 1970.
este tema me toca especialmente porque el vino es una de mis aficiones; simplemente quiero decir que la percepción degustativa del vino puede ser demasiado variable en las personas no aficionadas, o que no distingan mucho al degustar (por las causas que sean); pero más allá de eso y de los gustos particulares, a un catador «promedio» le das un vino de baja calidad por más de lo que vale y es inevitable que vea el «timo»…